Un paso más en la lucha contra la emergencia climática. 

Este 2022 está siendo, sin duda, un año especialmente importante para el Cambio Climático. 

A lo largo del año, han tenido lugar diversos eventos y acontecimientos relacionados con la toma de decisiones y la consecución de objetivos de todos los países frente a la crisis de la  emergencia climática global.

El último de ellos ha sido la Conferencia Anual de la ONU sobre el Cambio Climático (COP 27), que se acaba de celebrar en Sharm El-Sheikh, Egipto, del 6 al 18 de noviembre. 

Para hacer frente a esta crisis, ONU Cambio Climático trabaja en colaboración con los gobiernos, el sector privado, las fundaciones, las organizaciones internacionales, el mundo académico, las ONG, las agencias de la ONU y otros. 

Aprovechan los conocimientos y la experiencia de sus socios para promover enfoques positivos y orientados a la búsqueda de soluciones para combatir el cambio climático, para poner de relieve la acción climática transformadora y para mejorar la comprensión pública del problema.

Buscan relaciones significativas con sus socios, que combinen la asistencia técnica y la transferencia de conocimientos con contribuciones financieras para garantizar la aplicación del Acuerdo de París para un futuro limpio, verde y resistente al clima.

En esta Conferencia, los países se han reunido para tomar medidas y alcanzar los objetivos climáticos colectivos del mundo. 

Han sido dos semanas de duras negociaciones, en las que han participado los representantes de casi 200 países y de las que sale el compromiso de crear un fondo destinado a las naciones más expuestas para que puedan hacer frente a las pérdidas y daños que genera y generará el cambio climático. 

Sin embargo, en la cumbre no ha prosperado el llamamiento que querían algunos países y organizaciones ecologistas a eliminar progresivamente el uso de todos los combustibles fósiles, principales responsables del calentamiento.

El debate sobre las pérdidas y los daños ha sido siempre el gran tema aplazado en las cumbres del clima que se celebran desde 1995.

Se incluyen los estragos irreversibles que causa ya la crisis climática y que provocará con más intensidad en el futuro. Por ejemplo, las islas que desaparecerán debido al aumento del nivel del mar. O los impactos que generan en los Estados más pobres los fenómenos meteorológicos, que cada vez son más intensos y frecuentes, como las grandes inundaciones. 

Finalmente, y tras un intenso debate, se ha propuesto la creación de un fondo, aunque destinado a las naciones especialmente vulnerables y no a todos los países en desarrollo, que es la propuesta que al final ha salido adelante. 

Falta por decidir quién estará o no dentro de esa categoría de muy vulnerable y cómo se financiará el fondo.

Se prevé que pueda entrar en funcionamiento a partir de 2023.

En cuanto al objetivo de que el calentamiento global no supere  los 1,5 º a final de siglo, aunque en esta COP se pretendía ir un paso más allá, no ha sido posible encontrar el consenso. 

A pesar de ello, los países participantes se comprometen a revisar y fortalecer sus contribuciones nacionales para favorecer una mayor reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, sin un acuerdo global, y con referencias muy débiles en cuanto a la desaparición de los combustibles fósiles. 

Está claro que aún queda mucho trabajo por hacer, y que es complicado llegar a un consenso de todas las naciones implicadas. Pero con el esfuerzo y el trabajo continuado de todos ellos, se va avanzando para trazar un camino que permita superar los retos climáticos y cómo proporcionar la financiación, los recursos y las herramientas para llevar a cabo una acción climática eficaz a gran escala.

Si quieres profundizar en las conclusiones de la COP 27, puedes hacerlo aquí

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